martes, 5 de agosto de 2008

La máquina de escribir


La dislocación debe ser total y para eso es necesario ir más allá de la hoja, es necesario invadir el ámbito fenomenológico y producir un error en la producción de la letra como signo.

En algunas de las calles que no tienen nombre por la amplitud del olvido existen puestos atendidos por legionarios erroristas. Estos entes superiores se dedican a revender lo fabricado atentando contra la producción de objetos nuevos poniendo en circulación cosas usadas que no funcionan.

La refuncionalización de los objetos los libera de su cárcel conceptual al no comprenderlos por la función mentada por el productor sino por otras de sus potencias tales como la antigüedad o la belleza o la dulzura de su color.

Lo principal sería, o no, conseguir una maquina de escribir celeste que escriba letras por la mitad. De esta manera todo lo escrito será inaccesible y por ende perfecto.

Las mitades faltantes flotarán etéreas por los vientos y llevarán mensajes a los sordos, pretendiéndose completas en sus carencias e invitando a las orejas a dejarse acariciar por los terciopelos del error.

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